sábado, 4 de mayo de 2024

La tragedia de la República de Colombia


El actual presidente de Colombia, está incurso en una gravísima falta que se tipifica en el artículo 109 de la Constitución Política del país, tal como lo han mostrado claramente múltiples informes publicados por la prensa profesional, y tal como ya se ha generado en los procesos legales, contemplados para tales casos, en las instancias para ello instituidas: Comisión de Acusaciones del honorable Congreso de la República y Consejo Nacional Electoral, principalmente.

Esa falta que ha consistido en el sobrepaso, por importantes cantidades, de los montos (topes) autorizados de dinero, durante la campaña que lo llevó al cargo, da como pena, perdida de la investidura y remoción del cargo. Colombia tiene actualmente entonces, un presidente ilegítimo. La ciudadanía espera que se lleve a cabo el juicio político, que formalmente dicte la sentencia, para proceder a su remoción.

La campaña en sí misma, estuvo llena de irregularidades, desde antes de su inicio oficial, en donde sin pudor alguno, exhibían el derroche de injustificables recursos, que dadas las mafias que operan en Colombia desde hace décadas, daba ya para pensar lo peor, sobre el origen de tales recursos. También, entre un largo listado de interminables desafueros, se hizo público como transaban con los más peligrosos grupos criminales, para obtener significativos apoyos en el propósito de acceder a la jefatura del Estado.

Encontrándose en el ejercicio del poder, de manera casi diaria, ha estado sorprendiendo a la opinión pública, con su actuaciones desopilantes, e inexplicables, encaminadas hacia una premeditada destrucción de la nación colombiana ¿con qué propósito? ¿por orden de quién? lo cual lo posicionó fácilmente como el peor mandatario que ha tenido el país, desde su creación, en el año de 1810, y ha llevado a la inevitable pregunta: ¿será también, el peor colombiano, de la historia? lugar claro está, en el que competiría con una no corta lista, de los más peligrosos delincuentes.

Se le han pedido también en varias ocasiones, certificados médicos, psiquiátricos, y de dependencia de sustancias psicotrópicas, haciendo él, caso omiso con sorna incluida, hacia unos y otros. A ello se llegó, entre otras actuaciones, por costumbres insólitas que ha establecido en el desempeño del cargo, tal como por ejemplo, sin importar si es ante un grupo local, regional, nacional, o internacional; o los rangos de los asistentes, bien sea llegar varias horas tarde a los compromisos, o simplemente y sin explicación alguna, no acudir. Lo anterior documentado, ya para cientos de ocasiones. 

Básicamente su intención es un desmonte de la actual república, y la creación de un modelo que quizás sólo su circulo más cercano, sus aliados internacionales, o él sepan en que consiste. Para ello intenta apelar de manera absolutamente ilegal, a un cambio de la Constitución Política actual, con argumentos tan estrambóticos, como lo manifestó en el discurso del pasado Día del Trabajo, en donde dijo que quiere derogar la carta del año 1886, la cual no opera, desde hace ¡33 años!

En el plano internacional, se ha alineado, sin vergüenza alguna y como podía esperarse desde el 7 de agosto de 2022, día en que inició su período, con el bloque de países autócratas, antidemocráticos,  enemigos de los países occidentales y afinas a los sistemas dictatoriales, con los cuales es evidente que se identifica.

Lo anterior, y que es tan sólo un breve resumen, de la crisis actual, está ocurriendo a la vista de 50 millones de colombianos, residentes tanto en el territorio nacional, como a lo largo y ancho del mundo, ciudadanía en su inmensa mayoría, ejemplar y cumplidora de la ley. ¿Qué se está haciendo al respecto? esperar y confiar en las instituciones vigentes, y seguir llevando a cabo algunas protestas ciudadanas, que se enmarcan sobre todo, en el plano de lo simbólico. ¿Serán estas acciones, suficientes para salvar a Colombia?


21.04.24, calle de Colombia
Foto tomada de la www.

paulofduquer@outlook.com